Por: Roxana Chávez (mamá de Braulio y Valeria)
Hace casi 3 años llegué a Bunko, y por las razones menos esperadas, me enamoré de esta
biblioteca infantil. Soy Roxana, de 37 años y mamá de Valeria de 11 y Braulio de 5. Tras la
búsqueda de soluciones para el “problema del habla” de mi hijo pequeño, incluidas sesiones y
terapeutas de lenguaje, diagnósticos erróneos y conclusiones vagas de este proceso lingüístico,
inscribí a mi hijo de entonces 3 años (y mi hija se unió igualmente) a este proyecto de lectura.
Y entonces lo descubrí, me descubrí... en realidad, ¡nos descubrimos todos!
Fue ese espacio descubierto que Bunko les dio a mis hijos para leer cuentos, que sumados a
dinámicas lúdicas en los talleres, les permitió conocer y entender tanto sobre infinidad de temas que
resultó ser mejor de lo esperado. Valeria y yo empezamos a revelar y a compartir pensamientos y
sentimientos a través de los libros. ¡Las lecturas nos abrían mundos excepcionales e inimaginables!
El ritual de la lectura antes de dormir de mi esposo con los niños se convirtió en ese vínculo especial
entre padre-hijo. Braulio experimentó una vivencia más allá de las palabras: la comunicación
interior, entre el y su mundo, que le permitieron comprender-se y expresar-se.
Al cabo de unos meses, mis hijos gozaban llegar a su taller y pedían ineludiblemente leer un libro
cada noche; la imaginación y la curiosidad habían tomado sus mentes y sus corazones. Era nuestro
momento de acompañamiento mutuo; aun lo es.
Y bueno, yo, al profundizar en la lectura infantil con mis hijos me descubrí aficionada.
Aficionada a mi niñez recorrida y de repente olvidada. Recordé mi capacidad de asombro. Reconocí
lo simple y lo elemental de la literatura. Lo espontáneo y lo significativo que la expresión verbal y la
expresión gráfica pueden albergar para el niño que habita en todos. Porque aunque los libros para
niños son escritos por adultos, las historias, las emociones, los usos y costumbres que se impregnan
en las hojas de un libro infantil son de todos, son para todos. Pues en este camino de vida todos
somos niños y adultos.
El tiempo de compartir entre nosotros se volvió exquisito; las historias de cada libro y nuestra
reacción y aprendizaje sobre esas historias nos hicieron crecer como familia, como individuos.
Porque nuestra reflexión ante la vida misma, estaba ahí, sin forzar nada, solo disfrutando de la
oportunidad de leer... y de re-pensar. Y entonces, solo así, la oportunidad de transformar. De Transformar-nos.
Ahora he confirmado, y no por el ataque mediático que nos venden, no solo la importancia de leer,
sino la necesidad de hacerlo. La necesidad de encontrarte reflejado y escuchado; de compartir a
nivel personal y como sociedad, nuestros modos de vida. Y de recuperar el sentido de comunidad.
Bunko siempre apela y se manifiesta en favor de la inclusión social en un contexto de equidad
mediante la acción constante. La apuesta más grande que veo en Bunko es a través de las
actividades en familia: las veladas literarias, los eventos artísticos y las charlas entre adultos
integrados a este proyecto de lectura han sido magníficos para nosotros. Nos enriquece a todos.
Nos hace grandes en un mundo de pequeños.
Gracias enormes por la oportunidad de transformar nuestra vida... ROXANA
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