4 de abril de 2011

Talleres de lectura para bebés



Con base en datos obtenidos de estudios sobre desarrollo infantil (Piaget, Bowly, Spitz, Sinclair, Emillani), y sobre lecturas de primera infancia (Rebeca Cerda, Adriana Fonseca, Adriana Malvido, Norma Muñoz Ledo y Martha Sánchez); y buscando experiencias concretas en este campo[1], corroboramos la pertinencia de, y la viabilidad para, formar los TALLERES DE LECTURA PARA BEBÉS.

            La metodología de nuestros talleres está basada en considerar a la literatura infantil como “…una actividad significativa (que) favorezca los procesos de diferenciación relacional (y que) sea una actividad ínterformativa, que propicie el dialogo y la comunicación tanto entre los niños como entre niños y adultos.”[2] Por eso es que podemos hacer extensivo a los bebés estos procesos de diferenciación relacional, ya que creemos que los bebés construyen su propio conocimiento en la interacción con los sujetos y con el mundo social y van estableciendo relaciones entre lo aprendido con anterioridad y lo nuevo; tal vez los bebés no puedan hacerlo explicito verbalmente, pero sí mostrarán sus esquemas construidos en las situaciones nuevas a las que se enfrenten.

            En este proyecto queremos recuperar nuestra experiencia y aplicarla de manera experimental con los bebés y niños menores de dos años. Sabemos que estos pequeños están todo el tiempo y de manera acelerada aprendiendo el mundo físico, el mundo social, el mundo afectivo y el cognitivo. Si este mundo puede serles atractivo, enriquecedor, y disfrutable creemos que lo puede ser también gracias a la literatura infantil y a la lectura en voz alta.

            La lectura y los bebés. Concebimos el acto de leer como un acto de comprensión, donde el sujeto que lee trata de encontrar sentido y significado, en relación al medio que le rodea. Para nosotros el acto de leer es un proceso que puede y debe comenzar desde antes del nacimiento. Es necesario mantener a los bebés desde que nacen en contacto con ambientes que propicien la lectura, haciendo que los niños tengan las condiciones para estar en contacto con los libros, para que aprendan a conocerlos, usarlos y leerlos. En los bebés el vínculo con los objetos es un vínculo particularmente afectivo, el objeto[3] primero del bebé es la madre y le es indispensable, pues le permite el contacto con el resto del mundo; siempre y cuando este vínculo esté caracterizado por el diálogo. Diálogo entendido como el ciclo de la secuencia: acción- reacción – acción  (Spitz), donde la madre está realmente atenta a las peticiones y reacciones de su hijo, respondiendo verbal y físicamente al lenguaje propio del pequeño; esto a su vez le permitirá al bebé ir descubriendo las señales, los lenguajes y las reacciones de los demás a sus gestos y peticiones. Por ello, el tiempo que las mamás puedan dedicar a establecer un diálogo con sus hijos, enriquecido con la literatura infantil, será clave para que el niño dé sentido al mundo y a las acciones que lo rodean, en este caso la lectura.

           




La literatura infantil puede ser parte central de la vida del niño desde los primeros meses de vida pues:

·      Los libros pasan a formar parte de sus objetos conocidos y valiosos;
·      La lectura en voz alta forma parte de sus sonidos conocidos y disfrutables;
·      El momento de la lectura está estrechamente vinculado a su objeto amoroso (su madre y posteriormente su padre, abuelos o cuidadores) porque implica un proceso de comunicación efectiva.

La lectura en voz alta y el bebé. El bebé se concentra en aprehender el mundo desde los sentidos. Escuchar es una de las acciones que lo introducen en la comprensión del lenguaje materno y es clave para su comunicación posterior. Pero tiene que aprender a escuchar.

            La lectura de literatura infantil proporciona una gran variedad de vocabulario, de  tonalidades de la voz, y de estructuras más elaboradas de las que usamos normalmente, esto hace que el pequeño se sienta atraído hacia el sonido que escucha. Si a ello le podemos aumentar ritmo y repetición el bebé disfrutará mucho más, y relacionará la lectura  y los libros con momentos muy placenteros.

            El bebé necesita tocar, manipular, chupar, escuchar, oler las cosas que lo rodean, su relación con el mundo depende de las posibilidades de su propio cuerpo, y en la medida que las ejercite y las ponga en acción se desarrollarán mejor. Jugando, moviéndose y escuchando música el niño puede concebir el momento de la lectura como algo placentero, integral y significativo.

            Creemos también que los niños en su primer año de vida manifiestan un gran interés en la socialización ya que demuestran estar atentos a los sentimientos ajenos, a los gestos y acciones de los demás; y  buscan  interactuar entre ellos (acción que cuestiona el egocentrismo como la incapacidad para establecer relaciones sociales). La socialización puede ser diferente de acuerdo a los parámetros que normalmente consideramos –diálogo, discusión u organización de actividades- pero las bases están sentadas en el intercambio de gestos y sonidos, y en la imitación e invitación a acciones. Por eso es importante que compartan el espacio de la literatura infantil con otros pequeños de su edad.

            Aquellos objetos y sus características a los que el niño les haya otorgado una significación en los primeros meses, serán integrados a sus esquemas de acción posteriormente. Estos objetos integrados a acciones –como por ejemplo un libro que el bebé sabrá que es para mirar o escuchar- estarán presentes gracias a la memoria junto con otros procesos mentales. Lo importante al final es darnos cuenta de que todo objeto significativo para el bebé será incluido en sus acciones posteriores.



GIALUANNA AYORA V.
Pedagoga e investigadora educativa
Coordinadora Bunko Papalote, Xal. Ver.


[1] Encontramos una en la Ciudad de México coordinada por Eva Janovitz, María Fernanda e Isabel Otero.
[2] Jiménez, Aída. Formación para los niños a través de talleres de lectura di literatura infantil: El caso de Bunko Papalote en Xalapa, Ver. Tesis. 1998. p.14
[3] Según Spitz para el neonato, el medio circundante consiste, por decirlo así, en un solo individuo, la madre o quien es simplemente parte de la totalidad de sus necesidades y de satisfacción. El objeto no es una cosa, puede ser algo externo o propio al sujeto, pero que es motivo de deseo, o medio de satisfacción de un instinto; La madre es ese objeto, y sea alguien externo hasta el final del primer año de vida.