29 de marzo de 2011

Te recomendamos este libro

TituloEl nabo gigante. De: Aleksei Tolstoy. Ilsutr. Niamh Sharkey. Colecc. Pasos de luna, de los Libros del Rincón, SEP.  En coedición con la editorial Omega Infantil. México, 2003, 40p.

Esta es una historia divertida y tierna, su narrativa, incluye conceptos básicos tales como contar del 1 al seis, elementos propios de una granja y un huerto, o las estaciones del año, sin que ninguno de ellos predomine. Así mismo, es una historia que incluye una retahíla (serie de cosas que están, suceden o se mencionan por su orden) para darle  solución a la trama y que a los pequeños les encanta.  Las ilustraciones son sencillas de corte ingenuo pero muy expresivas ayudando a crear un ambiente apacible a la historia.

A continuación hacemos un resumen:
Hace mucho tiempo, un anciano y una anciana vivían en una vieja casa con las paredes combadas y un huerto bastante descuidado. El anciano y la anciana tenían seis canarios amarillos, cinco gansos blancos, cuatro gallinas moteadas, tres gatos negros, dos cerdos panzudos y una vaca marrón. Una hermosa mañana del mes de marzo, la anciana se despertó, se sentó en la cama, olió el fragante aire primaveral y dijo: –“Es hora de que sembremos las hortalizas!– y el anciano y la anciana se fueron al huerto. Sembraron chícharos y zanahorias, papas y ejotes y por último nabos”. Después de que lloviera y la primavera pasara, las hortalizas maduraron. Así el anciano y la anciana recogieron sus verduras al final del verano. Al final de la hilera de los nabos quedaba un nabo por recoger. Parecía muy grande, de hecho ¡era un Nabo gigante! Así que lo dejaron en el huerto. Pero una mañana del mes de septiembre, el anciano se despertó y oliendo el aire otoñal dijo: “–Es hora de que recojamos el nabo– y salio de la casa. Tiró y tiró, estiró con todas sus fuerzas, pero el nabo no se movió. El anciano fue en busca de la anciana. La anciana cogió al anciano por la cintura. Los dos tiraron y tiraron y estiraron con todas sus fuerzas, pero el nabo siguió sin moverse. Entonces la anciana fue en busca de la gran vaca marrón. El anciano, la anciana y la gran vaca marrón tiraron y tiraron, estiraron con todas sus fuerzas, pero el nabo siguió sin moverse. Entonces el anciano se enjugó el sudor de la frente y fue en busca de sus dos cerdos panzudos. El anciano, la anciana, la gran vaca marrón y los dos cerdos panzudos  tiraron y tiraron, estiraron con todas sus fuerzas, pero el nabo siguió sin moverse.” Después fueron a llamar a los tres gatos negros, luego a las cuatro gallinas moteadas, los cinco gansos blancos y los seis canarios amarillos. Pero cada vez que tiraban y tiraban, estiraban con todas sus fuerzas, el nabo no se movía. Fue hasta que a la anciana se le ocurrió una grandiosa  idea. Fue a la cocina y puso junto a la ratonera un pedazo de queso, cuando el ratoncito hambriento sacó la cabeza, la anciana lo atrapó y lo llevo al huerto. Una vez integrado el ratoncito a tirar y estirar con todos los demás, se escuchó un ¡Pop!, y el nabo gigante salió volando de la tierra y todo el mundo se cayó.
La historia termina con todos felices, tirados unos encima de otros riéndose, saboreando la deliciosa sopa de nabo que cenarían esa noche.

2 comentarios:

  1. La forma de leer con los niños, ¿es importante? Si nos referimos a una correcta pronunciación, fluidez y entonación de la lectura, sí, es importante, aunque no lo es todo. Lo más significativo es la cercanía emocional que mantenemos con ellos y la búsqueda de sentido que el niño le da a la lectura gracias al valor que observa, en quien le lee, por ejemplo los padres, madres o abuelos al dedicar tiempo e interés para leer con ellos. Los diferentes libros que existen nos permiten leer de diferentes formas, todas son válidas siempre y cuando se hagan genuinamente, con gusto y con un toque personal.

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  2. Si es muy importante y de ello depende si es de su agrado o no. Yo lo tenia en mi biblioteca de aula. Soy maestra de preescolar. Este fue el libro preferido de mis alumnos por tres años. les gustaba tanto la forma en que se los leía que se fue desgastando asta que un día ya no volvió al salón. Me imagino que algún niño lo hojea por las noches recordando la forma en que lo disfrutaba en sus tiernos años de preescolar.

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