7 de febrero de 2013

Las familias en Morelia nos comentan...


Comentarios de mamás y papás sobre la "Velada Literaria" en  Diciembre de 2012 en Morelia.


Gracias a todas las familias que participaron en esta velada y que nos enviaron sus impresiones para poder compartirlas con todos ustedes.






Gely nos contó..
que la lectura del cuento “El jardín del abuelo” le recordó cómo había sido su propia relación con sus abuelos. También que vió a los participantes muy contentos recordando su infancia. Ella cree que la plática en torno a la lectura y la invitación a contactar con la infancia  de la dinámica posterior les dijo algo muy íntimo de sus vidas. Pensó que quizá varios papás también recordaron la inocencia de sus años infantiles.
Para ella, este ejercicio fue una experiencia agradable e intensa porque  le  recordó  una  etapa de su infancia, recordó sensaciones y sentimientos muy claramente de cuando tenía como 4 años. Su abuelo tenía una botica y para ella, él era una persona muy querida. Logró trasladarse a momentos muy queridos de su infancia, justo cuando  su abuelo trabajaba en la  botica. Identificó desde un olor a alcohol hasta una  naftalina y remedios caseros. Después del ejercicio le llegaron otros recuerdos, entre ellos, lo que significó  la muerte de su abuelo y cómo lo vivió. Finalmente nos contó que pudo darse cuenta de que su hija  mayor,  quien asistía a Bunko cuando era niña y también estuvo en la dinámica  también se emocionó mucho.



Ana nos escribió:
Como adulto la Navidad necesariamente comienza con reflexiones, aquello que nos recuerda nuestras más felices infancias. El cuento que Lupita nos compartió tenía toda una historia para nosotros adultos, responsables de compartir con nuestros hijos sus herencias verdaderas. Me refiero a las herencias familiares de recuerdos, momentos importantes. Me refiero a las que los envisten de pertenencia al mundo y portadores de una cadena larga de hombres y mujeres que vivieron antes que ellos y que son causa de su existencia. A mí me conmovió mucho la historia y también el ejercicio de los olores porque ya estando encausada recordé a mi abuelita y su cocina y su dulce de leche y las deliciosas canelitas (los dulces rojos que tenían un diablito en la envoltura). El recuerdo es mío pero mi hija ahora me recita muy emocionada todos los apellidos propios que se ha aprendido y yo sé, cuando me los dice una y otra vez, que son parte de quien es ella y quien soy yo y entonces la Navidad se comparte también con los que partieron pero queremos y honramos.



Adolfo nos envió este mensaje:

Mi experiencia en la última velada literaria del año fue muy positiva. El ejercicio del olfato trajo a mi mente memorias que hace mucho no recordaba y que fue bueno recordar porque me ayudó a reflexionar acerca de las experiencias que en este momento están viviendo mis hijas y que en el futuro formarán parte de pláticas familiares donde alguien diga: “te acuerdas cuando íbamos a Bunko….”

Para mejorar las veladas literarias tal vez convendría usar micrófono durante la lectura para que tu voz no se pierda entre las voces de los inquietos nenes. También sugiero que se utilice música e iluminación para crear un mejor ambiente, y no me refiero a nada complicado, simplemente tener música de fondo acorde a la lectura, apagar algunas luces y que sólo la persona que está leyendo tenga iluminación suficiente. Son sólo algunas ideas que habría que poner a prueba para que las veladas sean más memorables.

Me gustó mucho que parte de la velada fuera sólo para mamás/papás y que los niños se fueran a hacer otra actividad.


Alma nos dice de la velada:
Un tiempo para estar con mis hijos, un tiempo en donde habrá actividades estructurados para ellos y donde podré convivir con otros adultos al mismo tiempo.
La realización de esa última oración se ha convertido en un bálsamo para mis nervios, un alivio para mi estrés de “mama moderna”.  La ultima velada literaria organizada en Bunko Papalote Morelia, fue justamente eso: un espacio en donde pude estar con mis tres hijos de diez y cuatro años y mi bebé de nueve meses y vivirlo de una manera des-estresante y relajadora.  Hubo una actividad para l@s niñ@s que me encantó: trabajaron con cajas de cartón, rollos vacíos de papel higiénico, papel de colores, y más material para hacer árboles navideños. A mí me fascina el aspecto de re-utilizar la “basura” en las manualidades.  (Y a través de los años en Bunko he sido testigo del compromiso que tienen en ser un espacio verde.)  
Los arboles de mis niños son encantadores y aun a estas alturas del año, son el orgullo de la mesa de la cocina (él bebe no pudo hacer la manualidad ya que las bolitas de papel eran irresistibles para él y quiso comérselas todas). Para las mamás y papás hubo una visualización guiada por Edith.  La visualización era relajadora y estimulante a la vez. Y cuando llegaron mis niños más grandes con sus árboles navideños, fue con singular alegría que les mostré un paquete pequeño también hecho de un rollo vacío de papel higiénico.  Mi hijo de cuatro tenía más curiosidad por el paquete y le expliqué que les tenía un regalito para ellos que íbamos a abrir en casa.  El regalo era un dibujo que hice como parte de la reflexión después de la visualización guiada.
La velada terminó con hamburguesas vegetarianas deliciosas y mis hijos pidiendo quedarse más tiempo.  Cuando dos niños de diez y cuatro piden quedarse más tiempo en una biblioteca, es cuando supe que la lectura se vive de muchas formas.  Como familia vivimos la lectura día a día, y eso es gracias a Bunko Papalote. 


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