Comentarios de mamás y papás sobre la "Velada Literaria" en Diciembre de 2012 en Morelia.
Gracias a
todas las familias que participaron en esta velada y que nos enviaron sus
impresiones para poder compartirlas con todos ustedes.
Gely nos contó..
que la
lectura del cuento “El jardín del abuelo” le recordó cómo había sido su propia
relación con sus abuelos. También que vió a los participantes muy contentos
recordando su infancia. Ella cree que la plática en torno a la lectura y la
invitación a contactar con la infancia de la dinámica posterior les dijo algo muy
íntimo de sus vidas. Pensó que quizá varios papás también recordaron la
inocencia de sus años infantiles.
Para
ella, este ejercicio fue una experiencia agradable e intensa porque le
recordó una etapa de su infancia, recordó sensaciones y
sentimientos muy claramente de cuando tenía como 4 años. Su abuelo tenía una
botica y para ella, él era una persona muy querida. Logró trasladarse a
momentos muy queridos de su infancia, justo cuando su abuelo trabajaba en la botica. Identificó desde un olor a alcohol
hasta una naftalina y remedios caseros.
Después del ejercicio le llegaron otros recuerdos, entre ellos, lo que
significó la muerte de su abuelo y cómo
lo vivió. Finalmente nos contó que pudo darse cuenta de que su hija mayor, quien asistía a Bunko cuando era niña y
también estuvo en la dinámica también se
emocionó mucho.
Ana nos escribió:
Como adulto la Navidad necesariamente comienza con reflexiones, aquello que
nos recuerda nuestras más felices infancias. El cuento que Lupita nos compartió
tenía toda una historia para nosotros adultos, responsables de compartir con
nuestros hijos sus herencias verdaderas. Me refiero a las herencias familiares
de recuerdos, momentos importantes. Me refiero a las que los envisten de
pertenencia al mundo y portadores de una cadena larga de hombres y mujeres que
vivieron antes que ellos y que son causa de su existencia. A mí me conmovió
mucho la historia y también el ejercicio de los olores porque ya estando
encausada recordé a mi abuelita y su cocina y su dulce de leche y las
deliciosas canelitas (los dulces rojos que tenían un diablito en la envoltura).
El recuerdo es mío pero mi hija ahora me recita muy emocionada todos los
apellidos propios que se ha aprendido y yo sé, cuando me los dice una y otra
vez, que son parte de quien es ella y quien soy yo y entonces la Navidad se
comparte también con los que partieron pero queremos y honramos.
Adolfo nos envió este mensaje:
Mi experiencia en
la última velada literaria del año fue muy positiva. El ejercicio del olfato
trajo a mi mente memorias que hace mucho no recordaba y que fue bueno recordar
porque me ayudó a reflexionar acerca de las experiencias que en este momento
están viviendo mis hijas y que en el futuro formarán parte de pláticas
familiares donde alguien diga: “te acuerdas cuando íbamos a Bunko….”
Para mejorar las
veladas literarias tal vez convendría usar micrófono durante la lectura para
que tu voz no se pierda entre las voces de los inquietos nenes. También sugiero
que se utilice música e iluminación para crear un mejor ambiente, y no me
refiero a nada complicado, simplemente tener música de fondo acorde a la
lectura, apagar algunas luces y que sólo la persona que está leyendo tenga
iluminación suficiente. Son sólo algunas ideas que habría que poner a prueba
para que las veladas sean más memorables.
Me gustó mucho que
parte de la velada fuera sólo para mamás/papás y que los niños se fueran a
hacer otra actividad.
Alma nos dice de la velada:
Un tiempo para estar con mis
hijos, un tiempo en donde habrá actividades estructurados para ellos y donde
podré convivir con otros adultos al mismo tiempo.
La realización de esa última
oración se ha convertido en un bálsamo para mis nervios, un alivio para mi
estrés de “mama moderna”. La ultima velada literaria organizada en Bunko
Papalote Morelia, fue justamente eso: un espacio en donde pude estar con mis
tres hijos de diez y cuatro años y mi bebé de nueve meses y vivirlo de una
manera des-estresante y relajadora. Hubo una actividad para l@s niñ@s que
me encantó: trabajaron con cajas de cartón, rollos vacíos de papel higiénico,
papel de colores, y más material para hacer árboles navideños. A mí me fascina
el aspecto de re-utilizar la “basura” en las manualidades. (Y a través de
los años en Bunko he sido testigo del compromiso que tienen en ser un espacio
verde.)
Los arboles de mis niños son
encantadores y aun a estas alturas del año, son el orgullo de la mesa de la
cocina (él bebe no pudo hacer la manualidad ya que las bolitas de papel eran
irresistibles para él y quiso comérselas todas). Para las mamás y papás hubo
una visualización guiada por Edith. La visualización era relajadora y
estimulante a la vez. Y cuando llegaron mis niños más grandes con sus árboles
navideños, fue con singular alegría que les mostré un paquete pequeño también
hecho de un rollo vacío de papel higiénico. Mi hijo de cuatro tenía más
curiosidad por el paquete y le expliqué que les tenía un regalito para ellos
que íbamos a abrir en casa. El regalo era un dibujo que hice como parte
de la reflexión después de la visualización guiada.
La velada terminó con
hamburguesas vegetarianas deliciosas y mis hijos pidiendo quedarse más
tiempo. Cuando dos niños de diez y cuatro piden quedarse más tiempo en
una biblioteca, es cuando supe que la lectura se vive de muchas formas.
Como familia vivimos la lectura día a día, y eso es gracias a Bunko
Papalote.
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