27 de febrero de 2011

“¿QUÉ LOGRAMOS LEYENDO CON LOS NIÑOS?” BENEFICIOS DE LA LECTURA COMPARTIDA


          Por: Pedagoga Gialuanna Ayora, coordinadora Bunko Papalote  Xalapa, fundadora talleres de bebés.


Leer es una actividad muy valorada en nuestros días, sobre todo como una herramienta para acceder a aprendizajes académicos. Los padres y madres estamos seguros que darles a nuestros hijos la posibilidad de una buena educación y de actividades que complementen la educación escolar o procuren una educación integral: como clases de inglés, de matemática o talleres de lectura, los harán mejores estudiantes y mejores profesionistas.
En Bunko Papalote, nos preocupan esas competencias académicas y procuramos su desarrollo, pero no creemos que sean las únicas ventajas de leer con ellos ni las más importantes.
Dividiré mis reflexiones en tres áreas en las que leer con ellos,  impacta su desarrollo: son el área psíquica, cognitiva y social.
Por último voy a dirigirme a ustedes como padres y madres, aunque esto mismo puede aplicarse a los maestros o a los coordinadores de talleres de lectura.

Área psíquica: Para que construyan una mente sana.
1.- Cuando leemos con nuestros hijos, estamos estableciendo un puente de comunicación, de diálogo afectivo necesario que les da fortaleza emocional para sentir placer por el conocimiento del mundo, de las cosas, de ellos mismos y de los demás. También llamado el gozo de pensar, es decir el disfrute de estar en contacto con el conocimiento y más adelante buscarlo por si mismo.
2.- Cuando leemos con nuestros hijos, estamos ayudándolos a construir una historia interna, a la que algunos especialistas llaman libro psíquico. Y es el conjunto de palabras, frases, ideas y conceptos a los que todo ser humano recurre para representarse y explicarse su realidad emocional y poder resolverla de manera sana.
3.- Cuando leemos con nuestros hijos, además de ayudarlos a construir su yo interno (el libro psíquico del que hablábamos) estamos ayudándolo a construir al otro. Le estamos proporcionando los diferentes elementos para entender que es necesario escuchar, atender, observar, esperar y comprender lo que otro nos dice. Ese otro es quien le lee pero también quien escribe y es leído.
El otro interno (el del libro psíquico), es la voz interna con la que los niños podrán dialogar más adelante, puede convertirse en cualquier voz o puede ser una voz reflexiva, rica en palabras e ideas, llena de posibilidades creativas para solucionar y comprender. Pero para construir ese otro interno se requiere de un otro externo, es decir del adulto pero de un adulto que muestre ciertas capacidades:
. Disponibilidad psíquica (paciencia, gusto por estar, escucha y atención genuina)
. Reconocimiento recíproco y permanente.
. Y que sea capaz de equilibrar  el juego de reglas claras, estrictas del conocimiento con el juego libre, divertido y flexible del mismo,  que debe precederle.[1]
4.- Cuando leemos con nuestros hijos, nos volvemos acompañantes en la construcción de su espacio simbólico, es decir, del espacio de lo emocional, lo imaginario, lo mental. De ese espacio en donde el niño se puede ver de otra forma, y hablar de cosas de las que, de otra manera, sería muy difícil hablar: del miedo, de la muerte, de la tristeza, del deseo, del placer.
 

Área Cognitiva: Para ayudarlos a entender el mundo en el que viven.
1.- Cuando leemos con nuestros hijos, estamos alimentando sus competencias del lenguaje, es decir, aquellas que constituyen el pensamiento como: la percepción, la memoria, la capacidad de discriminación y la identificación, entre otras. Estas competencias se comienzan a alimentar desde que el niño nace y se puede decir que a los dos años ya se constituyó una primera fase que se ve reflejada en el lenguaje.
2.- Cuando leemos con nuestros hijos, estamos dándoles las claves de la construcción y del uso de su lengua materna, de la estructura formal de la lengua materna en el sentido estricto del código de comunicación de su grupo social. Está demostrado que los niños, desde que comenzamos a hablarles, desde bebés, no solamente son capaces de descubrir las reglas de su lengua sino el sentido de las palabras. ¡Qué mejor si tienen qué descubrir el sentido y el uso de la lengua literaria!
Como dice Evelio Cabrejo[2] “El destino social e individual del sujeto, depende de la lengua, de poner en juego el lenguaje”.
3.- Cuando leemos con nuestros hijos, estamos enriqueciendo y fortaleciendo su imaginario, es decir, su mente creativa e imaginativa. La que le permite ofrecer soluciones, opciones y llegar a conclusiones con respecto a los problemas que la vida le presenta. Le permite tener opciones creativas a los retos que le impone la vida escolar: de información, de comprensión, de razonamiento y de lógica. Pero además los del cuestionamiento y la reflexión.
4.- Cuando leemos con nuestros hijos, estamos ofreciéndoles los beneficios del relato. El relato incluye otros tiempos del lenguaje necesarios para tener más y mejores recursos para decir. El lenguaje cotidiano está lleno de órdenes, es un lenguaje sin mayores recursos: “recoge tus cosas”, “vengan a comer”,” es tarde” etc.  El literario nos da muchas mas opciones, gracias a la metáfora del lenguaje a las diferentes formas de nombrar objetos, ideas y sucesos. Estas opciones son indispensables para tener qué decir, para encontrar la mejor forma de expresar nuestras necesidades y con ello de aprender a leer y a escribir.

Área social: Para ayudarlos a relacionarse mejor con los demás.

1.- Cuando leemos con nuestros hijos, estamos ejercitando con ellos la atención conjunta, es decir la capacidad para realizar una acción en la misma dirección o con sentido grupal. Comenzamos entre dos, y después lo vamos ejercitando con otros. De esa forma les estamos ayudando a acomodar en sus esquemas la presencia del otro, de ese al que hay que escuchar, al que hay que respetar su turno y con quien, en algún momento intercambiaremos acciones y después ideas.
2.- Cuando leemos con nuestros hijos, estamos creando con ellos un espacio cultural, es decir, le estamos mostrando un objeto (el libro) que por sí mismo lleva una carga histórica, un valor social, educativo y cultural de un grupo humano determinado. El acto de leer y el libro representan una acción y un producto con sentido social que ofrece identidad, les estamos diciendo sin palabras que pertenecen a una comunidad lectora o, que la lectura y la cultura les pertenecen.
3.- Cuando leemos con nuestros hijos, estamos mostrándoles la riqueza de las diferencias en el mundo: de ideas escritas y gráficas, de personas que las producen (los autores) de los protagonistas (personajes de las historias) y de los relatos (las formas de abordar un mismo tema), que son al fin y al cabo formas distintas de interpretar el mundo y sus sucesos. Les estamos invitando a conocer y a recibir la gran diversidad y a entender que nuestra interpretación no es la única y que, por  tanto, no somos quienes tenemos “La” razón.
4.- Cuando leemos con nuestros hijos, tenemos la opción de cuestionar nuestros propios actos e ideas, pues estas se confrontan con las de otros y nos mueven los esquemas. Y tal vez, si nos lo proponemos al darnos cuenta, nos pueden llevar al cambio. Vernos a través de los otros, nos hace conocernos mejor y transformarnos.


[1] Para esta idea existen dos conceptos interesantes dentro de la psicolingüística: el Game y el Play, palabras en inglés que aparentemente significan lo mismo pero que en realidad pueden remitir a lo siguiente: el Game como el juego que implica el conjunto de reglas estrictas y claras, y el play como el juego divertido y libre que prepara para entrar al Game. Sin el Play no se desarrolla el placer de aprender.
[2] Evelio Cabrejo es un psicolingüista colombiano radicado en Francia, especialista en el proceso de lectura de niños pequeños.  

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