28 de diciembre de 2012

La narración, la memoria, la familia.


Por: Lupita Queirolo G.  (Coordinadora Bunko Papalote Morelia)

Hoy comparto con ustedes una reflexión a partir de un libro que encontré en las librerías, una novedad en nuestro país de un autor consagrado de la literatura infantil anglosajona,  ganador en dos ocasiones de la medalla Caldecott.




En este libro, Lane Smith, nos cuenta la historia del abuelo, un anciano que plasma en los rincones de su jardín los grandes acontecimientos de su vida, gracias a su afición a la jardinería. El detalle del libro está en que no es el abuelo quien nos cuenta, él ya no recuerda muchas de esas historias; es su nieto pequeño quien a través de un recorrido por las increíbles esculturas de árboles y arbustos nos recrea su vida.
Este niño conoce la historia del abuelo, sabe en que época nació, cómo creció y comenzó su afición por la lectura, causa de su desbordada imaginación. Conoce sus sueños y también sus desventuras. Sabe dónde conoció a su abuela y cuánto la quiere. Como niño conoce todo esto porque su abuelo de viva voz desde que era pequeño le contaba historias, las historias de su vida, las que ahora le dan sentido de pertenencia e identidad, las que ahora él vuelve a contar orgulloso de ser portador de esa memoria, un eslabón en la fuerte cadena que es la familia.
La necesidad de narrar, tiene entre sus causas la de poder ordenar y dar sentido a nuestra experiencia, tener claridad de dónde venimos para, sobre esto construir el futuro. Es también gracias a la memoria que podemos recrear, volver a contarnos las cosas de maneras diferentes en momentos diferentes, permitiéndonos ser creadores de nuestra historia y con ello entender que la realidad no es fija y que la forma como vemos o decidimos interpretar las situaciones juega un papel importante en cómo las vivimos.
Evelio Cabrejo, psicolingüista colombiano postula que el libro como objeto cultural es como un eco del libro psíquico, el libro interior que todos organizamos para darle sentido a nuestras vidas.
Y pensando en que se acercan las fiestas y con ello muchas oportunidades de estar en familia, los invitamos a leer a sus hijos en voz alta, compartir momentos voluntarios y cálidos en torno a la lectura pues con ellos les damos a los chicos dos regalos que no se pueden comprar: raíces firmes para generar identidad y alas para alcanzar sus sueños y anexar su propia historia al capítulo de la historia de su vida, su familia y su sociedad.  Entendiendo así que todos formamos parte de un tejido cultural que como humanos nos vincula más que alejarnos y por eso es básico buscar formas de entendernos, acercarnos y construir juntos.  




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