Por: Lupita Queirolo G. (Coordinadora Bunko Papalote Morelia)
Hoy comparto con ustedes una reflexión a partir de un
libro que encontré en las librerías, una novedad en nuestro país de un autor consagrado de la literatura infantil anglosajona, ganador en dos ocasiones de la medalla
Caldecott.
En este libro, Lane Smith, nos cuenta la historia del
abuelo, un anciano que plasma en los rincones de su jardín los grandes acontecimientos
de su vida, gracias a su afición a la
jardinería. El detalle del libro está en que no es el abuelo quien nos cuenta, él
ya no recuerda muchas de esas historias; es su nieto pequeño quien a través de
un recorrido por las increíbles esculturas de árboles y arbustos nos recrea su
vida.
Este niño conoce la historia del abuelo, sabe en que
época nació, cómo creció y comenzó su afición por la lectura, causa de su desbordada imaginación. Conoce sus sueños
y también sus desventuras. Sabe dónde conoció a su abuela y cuánto la quiere.
Como niño conoce todo esto porque su abuelo de viva voz desde que era pequeño
le contaba historias, las historias de su vida, las que ahora le dan sentido de
pertenencia e identidad, las que ahora él vuelve a contar orgulloso de ser
portador de esa memoria, un eslabón en la fuerte cadena que es la familia.
La necesidad de narrar, tiene entre sus causas la de
poder ordenar y dar sentido a nuestra experiencia, tener claridad de dónde
venimos para, sobre esto construir el futuro. Es también gracias a la memoria que
podemos recrear, volver a contarnos las cosas de maneras diferentes en momentos
diferentes, permitiéndonos ser creadores de nuestra historia y con ello
entender que la realidad no es fija y que la forma como vemos o decidimos
interpretar las situaciones juega un papel importante en cómo las vivimos.
Evelio Cabrejo, psicolingüista colombiano postula que
el libro como objeto cultural es como un eco del libro psíquico, el libro
interior que todos organizamos para darle sentido a nuestras vidas.
Y pensando en que se acercan las fiestas y con ello
muchas oportunidades de estar en familia, los invitamos a leer a sus hijos en
voz alta, compartir momentos voluntarios y cálidos en torno a la lectura pues
con ellos les damos a los chicos dos regalos que no se pueden comprar: raíces
firmes para generar identidad y alas para alcanzar sus sueños y anexar su
propia historia al capítulo de la historia de su vida, su familia y su sociedad. Entendiendo así que todos formamos parte de
un tejido cultural que como humanos nos vincula más que alejarnos y por eso es
básico buscar formas de entendernos, acercarnos y construir juntos.
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