En Bunko Papalote nos gusta sugerir libros como éste (La suerte de Ozu, basada en un texto Taoísta, ilustrado por Claudia Rueda, Colecc. Los primerísimos del Fondo de Cultura Económica, México 2003, 31 p) porque para nosotros cada vez que leemos en voz alta a los niños, estamos haciendo junto con ellos un ejercicio de búsqueda de sentido y significación en un ambiente de diálogo, comunicación y el afecto, que hace que la lectura sea divertida, interesante y memorable.
La experiencia nos ha enseñado que cuando leemos de esta forma, los niños no sólo se la pasan muy bien, sino desarrollan la capacidad de estar siempre atentos a comprender tanto lo que está pasando, en el texto leído, como en el mundo en el que viven. Los invitamos a que prueben leer en voz alta a sus hijos o a los niños que estén a su alrededor, creando un ambiente amable y afectuoso y observen que sucede.
A continuación les transcribimos el texto para que lo conozcan.
"Hace muchos años, en tiempos de guerra, un buen hombre y su hijo vivían en una granja. La gente del pueblo los consideraba ricos porque tenían un caballo. Una mañana, al entrar en el establo, Ozu, el hijo, encontró que su caballo había escapado. Corrió hacia donde estaba su padre. Le contó lo que había visto y le dijo que era lo peor que les había pasado. Su padre, muy sabio, le contestó: ¿Estás seguro? ¿Cómo lo puedes saber? Al día siguiente, cuando Ozu limpiaba el establo, escuchó unos caballos galopando a lo lejos. Salió a mirar qué pasaba y se encontró con que su caballo volvía a la granja acompañado de una manada de potros salvajes. Al ver esto, Ozu corrió hacia la casa gritando: ¡Nuestro caballo ha vuelto y nos ha traído una manada de potros! ¡Esto es lo mejor que nos ha pasado! Su padre muy sabio, le contestó: -¿Estas seguro? ¿Cómo lo puedes saber? Esa misma tarde, Ozu quiso domar a uno de sus nuevos potros. En cuanto el caballo sintió el peso sobre su lomo, empezó a saltar sin control y Ozu cayó al suelo, rompiéndose un brazo. Ya en su cama adolorido, le dijo a su padre que la llegada de los potros era lo peor que les había pasado. Nuevamente, su padre volvió a preguntarle: ¿Estas seguro? ¿Cómo lo puedes saber? A la mañana siguiente, el padre y su hijo se despertaron al oír unos fuertes golpes en la puerta de la casa. Eran unos soldados que venían a reclutar a Ozu para el ejército. El padre llevó a los soldados al dormitorio de su hijo y les dijo que podían llevárselo. El capitán lo miró detenidamente y comentó muy serio: - Así no nos sirve - y salió de la casa seguido por los otros soldados. Ozu, aliviado, le dijo a su padre: -¡Qué suerte he tenido! Pero su padre muy sabio, le contestó una vez más: -¿Estas seguro? ¿Cómo lo puedes saber?"
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