Por: Lupita Queirolo G.
Coordinadora Bunko Papalote
Morelia
Abril, mes del niñ@, mes del libro… Y ¿qué pasa con los jóvenes y la
lectura de literatura?
En este mes
celebramos en Bunko Papalote el encuentro entre bebés, niñ@s, jóvenes y sus
familias, y la literatura -oral y escrita- en cualquier soporte que se
presente. Sea una historia narrada de viva voz, impresa en un libro o vista en un dispositivo digital, en Bunko Papalote creemos
que la literatura compartida en espacios sociales con una clara propuesta e
intencionalidad puede aportar:
-
al desarrollo del diálogo,
-
al reconocimiento y aprecio del valor del otro y de la
diversidad
-
a generar -al vivirla como práctica significativa- una
postura reflexiva y propositiva que haga de nuestras vidas espacios permanentes
de exploración, introspección, expresión
y transformación.
Hoy más que nunca,
nuestra participación colectiva nutrida por el sentido de responsabilidad
personal es necesaria y está cambiando al mundo. La capacidad de crear y llevar
a cabo soluciones viables a los problemas que nos aquejan, depende de nuestra
habilidad para imaginar nuevas realidades, y la confianza para llevarlas a
cabo. Bebés, niños y jóvenes necesitan espacios de acompañamiento para
interactuar con otros, explorar, comunicarse y construir una mirada más amplia
de sí mismos y de su realidad.
La literatura es
una fuente ancestral no solo de experiencias humanas -ideas, formas de interpretar,
sentir, ser y hacer-, sino también un espacio
de producción simbólica abierto a todos y que nos compete a todos. Compartir
literatura puede invitarnos a crear una visión y voz propia de nuestra realidad
que nos permita sentirnos más parte de ella, más involucrados: actores y no
espectadores pasivos.
El escritor y
periodista uruguayo Eduardo Galeano le
da un lugar central a la literatura en nuestras vidas con esta frase: “los científicos dicen que estamos hechos de
átomos pero a mi un pajarito me contó que estamos hechos de historias.”
Los jóvenes y la literatura
La pre adolescencia
y la adolescencia, etapas del desarrollo marcadas por cambios físicos y por la
incertidumbre de entrar al mundo tan complejo de los adultos, genera en los
jóvenes inquietud y ansiedad. Emociones que pueden encontrar salida y alivio a
través del contacto con la literatura, poblada con modelos de experiencia y un
sin fin de palabras para nombrar y construir su propia manera de vivir esta
transición. Además, nosotros los adultos al compartir lecturas con ellos, podemos
ampliar las visiones de la realidad a las que tienen acceso a través de los
medios de comunicación y la tecnología, y con esto garantizamos espacios de
diálogo. La antropóloga Margaret Mead afirma que estos espacios deberán partir
de la base de que ambas partes -adultos y jóvenes- comprendan que aun hablando
el mismo idioma a veces las mismas
palabras significan distintas cosas ya que cada uno pertenece a una época y circunstancia
histórica muy diferente. Pero que si ambos están dispuestos a escuchar y
preguntar es posible el inicio de una larga
conversación.
Así que los invitamos a
compartir espacios de lectura y diálogo: en casa rodeados del amor y cercanía
familiar y con nosotros en la biblioteca, en contacto con sus pares, una
propuesta literaria amplia y un ambiente de reflexión y creatividad.
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